Recuerdos de infancia

25 de septiembre, 2005

Encaramada en la última rama del que fue mi refugio y consuelo en esas largas tardes de verano. Aún no logro sobreponerme de la decisión que tomaron sin consultarme, de quitarte del camino, derribarte por ser demasiado grande, por abarcar expectativas diferentes.

Marcó la pauta en mi camino, un sendero decisivo trazado con las raíces de tu ser y las hojas de tus palmas, tan suaves, tan verdes.

Me sentí grande contigo, allá arriba donde casi podía alcanzar el sol y las nubes hacían su glorioso nido de humedad. Donde el trinar de los pájaros suena distinto, donde las veredas de otros caminos empiezan a distinguirse.

Te dedico este recuerdo de mi infancia.
Días añorados que no volverán más que en la memoria de un susurro armónico mientras tarareo una canción de cuna.

A ti...
(ss)

Tardes inestables de septiembre

24 de Septiembre, 2005

Tardes tristes de septiembre
que llenan mi cabeza
de voces sin sentido.

Mañanas calurosas de otoño
que quiero arrancar de mi piel
a la vera del camino
-que me tiene exhausta.

Días de verano que se han ido,
noches de invierno por venir,
años aletargados en mis dedos
de un amor que sufre sin ti.

Tierna devoción
por la esencia mística
de tu abrazo oculto
y de mi beso suave
en la comisura de tus labios.

Tardes inestables de septiembre
que provocan la locura
en los rincones de mi mente.

Así como deseo despojarme
de este extraño clima inerte,
desmembrana de mi alma
cada espacio que llena tu existencia...

Y un renacimiento en vida
me traerá este capullo roto
de un sin/tí que extravié ayer
a un conmigo, a partir de hoy.

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No hay razones para odiarte
pero me las puedo inventar fácilmente
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En mi rostro

24 de Septiembre, 2005

Hoy he visto mi rostro
reflejado en el fondo
de un alma vieja

Hoy he visto las líneas de la desesperanza
cruzar por los parajes de mi sinrazón
en una llamada prohibida, derrotada

Hoy he visto mi futuro
en un mañana sin tu mano a mi lado
que me grita que no estás
que nunca lo estuviste

Y la soledad llama al suicido
que me guiña su saludo con presteza
mientras me aferro a la idea de la vida
en parajes inventados por la locura

Es el mañana quien me trae
un camino de promesas inciertas
mientras sigo pintando
rayitos de ilusión en cada hoja

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Puedo morir sabiendo una sola cosa
tú seguirás siendo feliz sin mí
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