abril 18, 2006

Crónica vacacional II

Y llegamos a Xalapa. No sin antes probar un delicioso café frappé en el camino, aunque ahí lo conocen como Gelato, por el nombre en la máquina claro, seguramente italiana.
La nena no se acostumbraba a esta fuereña delante de su silla y no paró de quejarse. Antes de llegar a casa hicimos una parada en la plaza, ya hacía hambre a las 7pm de un lunes nada caluroso y no resultó tan malo saborear la ensalada de acelgas, manzana y un aderezo amielado combinado con nueces y fresas, qué lugar, me atrapó al instante.

En Xalapa no se nubla de repente... podríamos decir que a veces sale el sol. Esta primavera el clima ha hecho locuras en todo el país, así que no fue la excepción en este lado.
Fue un largo lunes, todavía nos desvelamos ante sendas tazas de café antes de irnos a dormir, a eso de la 1am caí como tronco, pero la mamá de la beba tuvo que levantarse 2 horas más en la madrugada.. definitivamente, mi presencia disturbó la casa.

Y el martes llegó tarde para todos, con tanto desvelo salimos a hacer todo a las prisas, aunque el día siguió estirando. Hasta me alcanzó para ir al cine. Hay gente que no soporta la idea de hacer lo mismo en una ciudad extraña, yo no sé, soy un bicho de costumbres y no dejo pasar ciertas películas fuera de la gran pantalla, que por cierto, me tocó en tamaño MEGA y la sala tenía el número 13. Qué astrológico el asunto.

Odio hablar de lo trivial, pero es lo cotidiano y las vulgaridades del transcurrir en esas horas largas las que aliviaron mi carga de esta semana.

Reflexioné y paseé.
Escuché y fui escuchada.
Dios me acompañó en el viaje y eso que no fui a ninguna misa.

Los ángeles estuvieron a la orden del día. Qué semana...

Continuará...

abril 15, 2006

Crónica vacacional I

Y volamos de salida el domingo en la madrugada...
Aunque cualquiera diría que era un lunes a las 9am en la fila a recoger la quincena del banco, sólo que con maletas llenas. El viaje fue rápido, la atención excelente y te saltas muchos puentes porque hay una chica de tercera edad que atender, soy dama de compañía de la abuela en este viaje. La advertencia está hecha, yo la entrego y desaparezco del mapa familiar, al menos del que se reúne en la casa del puerto.

En el camino a la nave nos detienen un par de tijeras, pero decidimos abandonarlas, no faltaba más, que nos quedan menos de 10 minutos para abordar. Mi abuela debe cambiar el asiento, no sé a quien se le ocurrió venderle la ventanilla de emergencia y así es que pude dormir a pierna suelta los 75 minutos del viaje. El hombre a un lado de mí no está muy cómodo, pero no se atreve a pedirme que le deje el asiento a su esposa. Como yo no la diviso, prefiero cerrar los ojos de nuevo puesto que el viaje terminará en breve.

Cuando aterrizamos, el camino a la sala de equipaje es corto y no necesitamos la silla de ruedas para mi compañera. Este calor es diferente, húmedo y pegajoso y las maletas como todas sus congéneres, tardan en salir del equipaje. Pero no se ha perdido nada. Eso me gusta. Espero que en el regreso sea igual.

Esto fue la llegada, enferma todo el día, sólo alcanzo a escuchar un zumbido fuerte que sale de mi cabeza y entre un lapso y otro, las voces de mis parientes que me reciben, me abrazan, me reprochan que porqué me enfermo, duermo todo lo que puedo, traigo infinitas horas atrasadas y ni así desaparece este ruido que sale de sien a sien.

¿Cómo es que vengo tan delicucha? se cuestiona la mayoría, pues ni así y con toda la fuerza de voluntad logro sentirme mejor. Mi salvación ha llegado. Los primos de tierra adentro me dicen que mañana pasan por mí. La travesía ha comenzado. Mejor me duermo temprano, al cabo ya cené.

Continuará...

abril 03, 2006

¿No es otra ridícula historia de amor?

Cuando mi conciencia camina conmigo como si nada pasara, me dedico a disfrutar el ambiente, las personas y especialmente las miradas que me cruzo al pasar.

Hay de todo por ahí, chicos que se hacen los ignorantes de mi escrutinio. Jóvenes maduros que presumen plumas pavorrealescas sin lucir más que el traje. Maduros no tan jóvenes que se emocionan de que alguien con 20 años menos los analice detenidamente.
Pero aún sueño con esa mirada sorpresiva, esa que me mira antes de que yo llegue a él, esa que me analiza cuando no lo observo.

Hoy nos tropezamos. Fue como escuchar el inicio de la mañana, un tono más intenso, un sonido más claro. Y cuando volteo, está ahí observándome cuidadosamente. Parpadeamos un instante juntos y mi perfil queda en su frente, pretendo mirar la hora y sonrío largamente, me mira extrañado. No parece notar mi insinuación de perfil.

Cuando me alejo, el encanto flota en el aire y el corazón continúa a saltitos unos pasos más. Me siento a esperar. Me queda justo en la mira, pero está demasiado lejos. Cinco segundos más tarde voltea... y me mira fijamente. Decido no seguir el juego y cambio mi punto de observación. El hechizo se ha roto.

Ahora somos como dos amantes lejanos que tuvieron 3 segundos de apasionado encuentro. Poco a poco el encanto se desvanece y no queda más que el recuerdo de un perfume flotar en el aire atravesando el camino que he dejado atrás.

No es más que otra ridícula historia de amor, que como todas acaba en la desgracia. No tuvimos tiempo de conocernos, pero vaya por Dios que la he disfrutado mucho.

Más días así. Soy feliz.