abril 15, 2006

Crónica vacacional I

Y volamos de salida el domingo en la madrugada...
Aunque cualquiera diría que era un lunes a las 9am en la fila a recoger la quincena del banco, sólo que con maletas llenas. El viaje fue rápido, la atención excelente y te saltas muchos puentes porque hay una chica de tercera edad que atender, soy dama de compañía de la abuela en este viaje. La advertencia está hecha, yo la entrego y desaparezco del mapa familiar, al menos del que se reúne en la casa del puerto.

En el camino a la nave nos detienen un par de tijeras, pero decidimos abandonarlas, no faltaba más, que nos quedan menos de 10 minutos para abordar. Mi abuela debe cambiar el asiento, no sé a quien se le ocurrió venderle la ventanilla de emergencia y así es que pude dormir a pierna suelta los 75 minutos del viaje. El hombre a un lado de mí no está muy cómodo, pero no se atreve a pedirme que le deje el asiento a su esposa. Como yo no la diviso, prefiero cerrar los ojos de nuevo puesto que el viaje terminará en breve.

Cuando aterrizamos, el camino a la sala de equipaje es corto y no necesitamos la silla de ruedas para mi compañera. Este calor es diferente, húmedo y pegajoso y las maletas como todas sus congéneres, tardan en salir del equipaje. Pero no se ha perdido nada. Eso me gusta. Espero que en el regreso sea igual.

Esto fue la llegada, enferma todo el día, sólo alcanzo a escuchar un zumbido fuerte que sale de mi cabeza y entre un lapso y otro, las voces de mis parientes que me reciben, me abrazan, me reprochan que porqué me enfermo, duermo todo lo que puedo, traigo infinitas horas atrasadas y ni así desaparece este ruido que sale de sien a sien.

¿Cómo es que vengo tan delicucha? se cuestiona la mayoría, pues ni así y con toda la fuerza de voluntad logro sentirme mejor. Mi salvación ha llegado. Los primos de tierra adentro me dicen que mañana pasan por mí. La travesía ha comenzado. Mejor me duermo temprano, al cabo ya cené.

Continuará...

No hay comentarios.: