mayo 30, 2008

La muerte que ronda

Si a alguien le cuento este sentir, de la muerte que me ronda, pensará que son tonterías. En sueños se me presenta, me muestras sus máscaras, me sonríe con sorna.
La muerte es oscura y a la vez es blanca, envía deja-vús mensajeros que me dejan temblando como hoja al viento. Me muestras sus dientes blancos, me hace volverme loca.

Cada vez que me visita, la enfrento, con miedo pero sin reservas. La invito a que lo intente, a que me envuelva entre sus dedos largos y si acaso logro esquivarla, se va furiosa y la toma contra lo primero que tiene a la mano. La muerte es redonda, con esquirlas de fuego, me lame las entrañas y saborea las sábanas donde duermo.

Vivo contra todo pronóstico desde años inmemoriables. Juego con la muerte porque la reto. Con desgano abro los ojos y sigo avanzando, pero soy feliz. Vivo una vida que es única e irrepetible y aún así pinto de colores mis múltiples rostros y me guardo los miedos en un buzón sin sello.

Es la muerte la que me da tristeza porque en esta vida sé que me dirijo a ella. Ella me recibirá con los brazos abiertos y la recuerdo en aquellos momentos en que me siento sola. Por eso lleno mi corazón y los de otros. Creo señales y fabrico máscaras que en laberintos la confunden y soy la última que ríe.

La muerte enchueca una sonrisa y confía en su futuro. Estaremos juntas en un abrazo eterno cuando nos sorprenda el primer beso del encuentro inesperado.

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