diciembre 11, 2005

Desasosiego



Hoy nos hemos soñado. Aunque no te veo ni te hablo sé que también has soñado conmigo. Fueron muchas horas de pláticas y perdones, pero todas quedaron dentro del sueño.
Desperté con esta sensación -desasosiego- que me acompañó todo el día y las horas fueron diluyendo tu recuerdo en mi memoria despierta.

Cae la noche otra vez y te veo aparecer de nuevo en mi pensamiento. Te toqué y te miré durante nuestro recorrido de disculpas y sé que también querías decir "lo siento", pero una cadena te detiene la lengua y no seré yo quien corra a desamarrarla.

Veo desperdigadas algunas menudencias de trigo que alguna vez fue dorado y brilló junto al sol, hoy, que llega el invierno, pareciera que junto con el frío ha secado las mechas de calor que hacían resplandecer tu amor amarillo.

A veces creo que te extraño, pero en realidad extraño idolatrarte, siguen bailando en mi cabeza las frases de las cartas que nunca te enviaré. Al menos eso descubrí cuando sellé la última. ¿Qué se sentirá estar en ese pedestal en el que te he puesto? ¿Estarás solitario allá arriba? ¿Te sientes alejado de mí por esta ridícula pasión que tú no provocaste pero que dejaste crecer?

Un abismo creció entre nosotros y sólo yo fui dejando crecer el espacio que hay en él. Con sorpresa me arrepiento de lo que hice y al mismo tiempo una vocecita me dice que así debía ser.

Mi conciencia se parece mucho a mí, habla tanto o más que yo misma. Acompañada de mis ángeles guardianes, está por ahí jugando en verdes praderas. La he dejado reposar muchos meses, tal vez sea hora de darles trabajo a ambos.

Tal vez mi corazón empiece nuevas aventuras sin tí.

Ojalá un día me olvides y así logre soñar tranquila, sin tu presencia rogándome que volvamos a ser amigos. El destino lo ha decidido y junto con él, lo he decidido por mí.

Adiós tú.
De yo.

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